EPUNTO Interim Management

Camarlengo e ‘interim management’, paralelismo de liderazgo transitorio

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La solemnidad que envuelve el periodo de Sede Vacante tras el fallecimiento de un Papa revela la profunda necesidad de un mecanismo que garantice orden, continuidad y transparencia. El camarlengo, figura centenaria de la Iglesia Católica, asume un papel esencial en este cometido con solemnidad y neutralidad.

Del mismo modo, en el ámbito empresarial, el ‘interim manager’ a menudo cumple una misión análoga: dirigir organizaciones o proyectos durante periodos de cambio o crisis.

Un antiguo ritual muy procedimentado

El título de camarlengo proviene del latín ‘camerarius’, lo que podría traducirse como “administrador de la cámara” y se remonta al siglo XII, cuando el camerarius era el administrador financiero de la corte papal. Actualmente, Es designado por el Santo Padre en vida. Mientras vive el Papa tiene un rol más pasivo y ceremonial. En cambio tiene un papel esencial y desarrolla su papel y principales funciones al constatarse el deceso del sumo pontífice. En ese momento el camarlengo, quien también es cardenal, debe verificar oficialmente la muerte del pontífice mediante un rito que combina rigor litúrgico y recogimiento. También se encarga de asegurar el cumplimiento de los deseos del Papa fallecido y organiza el velatorio.

Simultáneamente, se convierte en custodio de los bienes, administración y vasto patrimonio de la Santa Sede, asegurando que los organismos vaticanos, las finanzas y la rutina de la curia sigan funcionando sin un líder espiritual pleno. No se trata de un poder ilimitado, sino de un mandato perfectamente acotado por el derecho canónico y supervisado por el Colegio de Cardenales.

Tras la muerte del Papa Francisco, la gestión de los asuntos vaticanos quedan temporalmente en manos del cardenal camarlengo mientras se celebran los nueve días de exequias y transcurre el plazo, de entre 15 y 20 días, para organizar un cónclave que elija al nuevo Papa. Actualmente, este cargo lo ocupa el cardenal Kevin Farrell, irlandés de nacimiento, pero con una larga carrera eclesiástica en Estados Unidos.

El camarlengo está actuando por tanto como una especie de “director interino”, encargado de administrar la Iglesia hasta la elección del nuevo pontífice, aunque con poderes reducidos. Una figura cargada de simbolismo y deberes administrativos cruciales en un tiempo determinado. Los protocolos vaticanos están regulados por normas estrictas y la autoridad del camarlengo nunca le permite alterar el proceso del Cónclave ni los rituales sacramentales.

En definitiva, el camarlengo es el que mantiene la maquinaria en funcionamiento mientras la Iglesia mundial está entre dos pastores.

Liderazgo corporativo

El ‘interim manager’, por su parte, se trata de un directivo de alto nivel —CEO, CFO o director de operaciones, entre otros— el cual es contratado temporalmente con el fin de hacer frente a sustituciones urgentes, liderar proyectos de transformación o gestionar crisis financieras o reputacionales. Su valor radica en llegar ‘in situ’, asumir responsabilidades directivas y operar con objetivos y plazos claros acordados de antemano. Todo ello manteniendo la operativa del negocio y garantizando la transferencia de conocimientos a los equipos internos, de tal forma que al finalizar su mandato la organización disponga de la autonomía y las herramientas necesarias para seguir avanzando.

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Similitudes

Aunque proceden de ámbitos distintos, camarlengo e ‘interim manager’ comparten principios de actuación: neutralidad institucional al no pertenecer al gobierno ordinario, temporalidad de su encargo y la obligación de rendir cuentas con total transparencia. Ambos velan por la continuidad operativa —la rutina vaticana en un caso, los procesos de negocio en el otro— y dejan un legado de sistemas funcionales y equipos capacitados para relevarles cuando su misión concluya.

La clave del éxito de los “mandatos” de ambos casos pasa por un método estructurado. Primero, un diagnóstico exprés de la situación identifica riesgos y prioridades. Posteriormente, se definen acciones a ejecutar con hitos intermedios y finales que permitan medir avances. TY todo ello con comunicación, ritualizada en información periódica, capaz de dotar de transparencia, evitar malentendidos y afianzar la confianza de todos los implicados.

Lecciones para el futuro

Las empresas modernas pueden beneficiarse de protocolos sólidos en caso de vacancias: nombrar a ‘interim managers’, mantener un ‘pool’ de talento senior disponible, diseñar manuales de comunicación en épocas de crisis y sistematizar la transferencia de conocimiento. De este modo, los periodos de cambio dejan de ser brechas de poder para convertirse en oportunidades de fortalecimiento institucional e incluso cultural.

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