Cuando era pequeño, y de eso hace ya unos cuantos años, el grupo de amigos del barrio jugábamos juntos a todo: fútbol, carreras de chapas, peonza, olimpiadas, etc…Pero llegó un momento en el que se produjo un cambio significativo en el grupo, algunos empezaron a tener bicicleta y o sabías montar o te quedabas atrás. No había más remedio que aprender si querías seguir el ritmo de todos. Y podemos decir que había tres formas fundamentales para hacerlo: lanzarse por una cuesta una y otra vez y esperar sobrevivir, llevar ruedines de sujeción o que alguien te acompañara corriendo mientras te sujetaba del sillín hasta que conseguías andar por tí solo, algunas veces creyendo que aún te llevaban sujeto.
Y una cosa muy parecida ocurre ahora en el mundo empresarial. Hasta hace muy poco las empresas no sufrían grandes cambios porque tampoco lo hacían los modelos de negocio en los que se basaban, viviendo todos más o menos tranquilos y donde bastaba con hacer pequeños ajustes para volver a estar en el grupo. Pero con la irrupción de internet y sobre todo con la denominada web 2.0, esos cambios han sido más drásticos. Han aparecido nuevos modelos de negocio, nuevas formas de funcionar las organizaciones, nuevas formas de interaccionar con los clientes, nuevos actores, que obligan más que nunca a realizar cambios, a ser flexibles y más aún, a estar dispuestos a hacerlo de forma rápida y casi continua. Y al igual que cuando aprendíamos a montar en bicicleta, estos cambios los solemos hacer de tres formas:
- nos lanzamos al cambio por nosotros mismos esperando sobrevivir,
- vamos acompañados con el soporte de terceros y esperamos superar el miedo y posibles vicios adquiridos cuando se van (si es que al final lo hacen)
- vamos acompañados por alguien que corre a nuestro lado y nos sujeta hasta que podemos ir solos. Está última forma se corresponde con el modo en que lo hace un Interim Manager.
Un Interim Manager ya ha vivido situaciones de cambio, sabe lo que se siente, conoce los temores e incertidumbres existentes antes y durante el proceso. Pero al igual que en el caso de la bicicleta, nos acompaña diciendo lo que debemos hacer, nos aconseja, nos alienta, nos dice lo que debemos de corregir, nos apoya cuando más lo necesitamos, nos levanta cuando nos caemos y, sobretodo, nos enseña. Porque, como con la bicicleta, no debemos olvidar que lo más importante es que seamos capaces de recorrer solos el camino iniciado después del cambio.
Por cierto, yo aprendí así a montar en bicicleta y aún me acuerdo de la satisfacción que sentí al conseguirlo. Seguramente la misma que mi padre al ver que con su ayuda lo había logrado.
Por medio del interim management es posible disponer de directivos durante un tiempo determinado y asociado a una necesidad concreta. Esta solución de contratación está ampliamente implantada en EEUU y Europa como alternativa a contratación permanente de directivos.