El primer contacto entre el aspirante y el empleador es más que un requisito formal, un paso indispensable para conocer algunas facetas de quien opta por algún puesto. Es importante tener en cuenta que esa impresión inicial puede catapultar o enterrar las aspiraciones del solicitante, desde la presencia personal tanto en vestuario como en arreglo físico, la gestualidad, el aplomo en la forma de conducirse hasta la oratoria empleada o el correcto uso del idioma. Todas esas percepciones ayudan a salir adelante a quien se encuentra en la búsqueda de empleo.
El aspirante debe aprovechar la oportunidad de ese primer encuentro para demostrar una serie de actitudes y aptitudes que, lejos de convertirse en barreras para impedir el acceso de nadie a ningún campo, representan una forma de seleccionar a los mejores en un mundo cada vez más competitivo, donde la preparación y el conocimiento son necesarias dadas las posibilidades de estudio que se ofrecen en el campo educativo en cualquier área de conocimiento. Saber manejar criterios de selección se ha convertido en una herramienta de capital importancia para las empresas, sin embargo, dichas herramientas no deben atentar contra las legítimas aspiraciones de tantas personas y convertirse en castradora de los sueños y anhelos de cada uno de ellos.
Una persona es sensible a los juicios de valor que se hagan de ella y, el rechazo es uno de las acciones que más puede atentar contra la autoestima, llegando a conducir incluso a la frustración. Por lo tanto la sensibilidad, la sindéresis y el respeto a la condición humana de los aspirantes deben estar en el centro de atención de los seleccionadores o de quien corresponda, que generalmente se asocia a las gestiones de recursos humanos de las empresas.
Es un asunto muy delicado tratar con personas y más aún cuando se está en el centro de un proceso de captación entre tantos iguales.
Entonces esto conlleva a la reflexión: en la búsqueda de empleo, ¿los aspirantes son los únicos que deben prepararse y adaptarse a lo requerido por las empresas? Pues no. Tanto los aspirantes como las empresas deben prepararse para ese primer contacto, esa primera impresión. Las empresas deben cambiar la mentalidad y comenzar a ver a los candidatos como clientes, por lo que deben actualizar sus procesos de captación de manera de enfocarlos, más que a duras pruebas para los aspirantes, a ofrecerles una experiencia que haga sentir a los candidatos como en casa y les permita mostrar con libertad quiénes son y para qué son buenos. La base está en entender cómo se siente y piensa un profesional que está en búsqueda de empleo.
El mercado de hoy en día se mueve en cámara rápida y las empresas se encuentran en una “guerra de talentos” para captar la atención de los mejores profesionales del mercado. En este sentido, la búsqueda de empleo es también una oportunidad que debe ser aprovechada por las organizaciones, y es el proceso de reclutamiento el momento del conocimiento mutuo, de captar la atención y convertir el puesto vacante en un empleo aspiracional para los candidatos.
Con la globalización y la transformación digital del mundo de hoy, la importancia de causar una buena impresión por parte de las empresas es vital, pues a través del boca oreja y la comunicación online (Internet, Redes Sociales, Whatsapp) los candidatos contarán al mundo la percepción que tienen de la empresa y la experiencia que vivieron durante el proceso de selección. De esta manera, ese primer contacto también puede catapultar al éxito o enterrar la reputación de una organización, perdiendo así una batalla dentro de la ruda “guerra de talentos” del mercado actual.