La integración de dos organizaciones tras una fusión o adquisición de empresas es uno de los retos más críticos para la alta dirección, pues sienta las bases para obtener sinergias y crecimiento en un mercado tan competitivo y de tanta incertidumbre como el actual.
Es fundamental contar con una estrategia clara desde el inicio, que defina objetivos comunes y evalúe las fortalezas y debilidades de cada parte, permitiendo anticipar conflictos y establecer prioridades, y así facilitar una transición ordenada.
La transparencia y coordinación interna son esenciales, y mediante una comunicación fluida se evitan decisiones aisladas y alinea a todos los departamentos hacia el objetivo común. Además, el aprovechamiento de la tecnología disponible, con sistemas de gestión y análisis de información, facilita el seguimiento del progreso y la toma de decisiones basadas en datos, impulsando eficiencia y adaptación.
En ocasiones, la experiencia interna puede verse desbordada por la magnitud del desafío que supone integrar dos culturas corporativas distintas.
Contar con apoyo externo transitorio, como un profesional en interim management, puede aportar una perspectiva fresca y objetiva. Los directivos temporales cuentan con la experiencia necesaria, han vivido ya esas situaciones, para ser capaces de gestionar procesos de cambio y reestructuración, facilitando de esta manera la implementación de las actuaciones diseñadas.
Además, medir y hacer seguimiento continuo garantiza que se obtengan las sinergias y los beneficios esperados.